GALERÍA DE FOTOS | EL CIELO PROFUNDO
Hasta que dentro de unos años se ponga en marcha el telescopio TMT de Hawái, y mientras siga parada la construcción del Telescopio Extremadamente Grande, el instrumento óptico más sofisticado que hay sobre la Tierra seguirá siendo el conjunto del Telescopio Muy Grande (Very Large Telescope, VLT) de cerro Paranal, en Chile. Buque insignia de la astronomía terrestre europea de nuestra era, el 25 de mayo cumplió 15 años desde que se recibiera la primera luz en uno de los cuatro telescopios principales de los que consta; más adelante se añadirían otros cuatro auxiliares, completando este complejísimo aparato de observación del espacio. Para orgullo de ESO (Observatorio Austral Europeo, por sus siglas en inglés) que ha podido apuntarse tantos del calibre de 201207b: la primera fotografía de un exoplaneta, tomada en 2004.
"El VLT tomó la primera imagen de un exoplaneta"
En realidad, el telescopio más grande es el GRANTECAN del Observatorio del Roque de los Muchachos en Canarias (España), con su espejo de 10,4 metros de diámetro. Sin embargo, en el caso del telescopio VLT, la unión de sus cuatro telescopios de 8,2 metros hace la fuerza de un aparato de una definición mucho mayor. Aunque pueden operarse de forma independiente, Antu, Kueyen, Melipal y Yepun pueden sumarse para multiplicar su capacidad de observación y resolución. El resultado: ESO se convierte en estos años en el observatorio terrestre más productivo del mundo, con 600 publicaciones científicas en 2012 que se sirvieron de datos del VLT.
Junto a la primera imagen de un planeta ajeno a nuestro sistema solar, el telescopio VLT se ha apuntado otros grandes tantos de la astronomía moderna. En 2001, los astrónomos fueron capaces de medir la edad de la estrella más antigua conocida en nuestra galaxia, nacida en la primera época de la formación de estrellas en el Universo: 13.200 millones de años. En 2008, realizó una medición de temperatura a 11.000 millones de años luz, la primera de una época tan remota. Ese mismo año, se descubrieron las erupciones violentas del agujero negro supermasivo que crece en el centro de la Vía Láctea, con poderosas llamaradas infrarrojas que sugieren que gira muy rápidamente. Hace tres años, uno de sus últimos grandes éxitos: captar por primera vez el espectro directo —la huella digital química— de un exoplaneta situado a 130 años luz de los espejos del VLT.