NASA
El satélite ruso Cosmos 2221 y el satélite TIMED de la NASA pasaron apenas a 10 metros uno del otro.
"Estábamos aterrados". Simple, conciso e... inquietante. Así ha sido el mensaje lanzado desde la NASA por boca de su administradora adjunta, Pamela Melroy, quien también fuera astronauta. ¿El motivo de este pánico? Una colisión que estuvo a punto de tener lugar el pasado 28 de febrero de 2024 y de la que ni nos enteramos aquí desde el 'suelo': un satélite ruso a la deriva pasó a muy poca distancia de un satélite norteamericano.
Ni siquiera llegaron a rozar, pero apenas por diez metros. Diez metros que, de hecho, salvaron a la Tierra de experimentar un desastre a nivel global: en caso de haber chocado ambos satélites, el accidente habría creado millones de partículas hipersónicas que no solo habrían puesto en peligro la vida de los astronautas en las estaciones espaciales, ha explicado Melroy, sino que estas partículas se podrían haber convertido en metralla que podría haber destruido infraestructura vital para la humanidad.
"Fue muy impactante personalmente y para todos nosotros en la NASA", reconoció la administradora de la agencia espacial estadounidense durante el Simposio Espacial de la Fundación Espacial que se celebró en Colorado esta misma semana. "Si los dos satélites hubieran chocado, habríamos visto la generación de metralla, pequeños fragmentos que viajan a 16.000 kilómetros por hora y pueden perforar un agujero en otra nave espacial y potencialmente poner en riesgo vidas humanas", explicó Morey. Una hipotética situación que a la Nasa "realmente nos asustó".
Esta potencial catástrofe mundial se originó cuando el satélite ruso Cosmos 2221 -que ya no está en funcionamiento- se desvió de su órbita y se acercó extremadamente al satélite de la NASA TIMED (siglas de Termosfera, Ionosfera, Mesosfera, Energética y Dinámica), encargado de monitorear la atmósfera terrestre y que tampoco cuenta con capacidad de maniobra.
"Se esperaba que el 28 de febrero una nave espacial de la NASA llamada TIMED y un satélite ruso, ninguno de ellos maniobrable, se acercaran. Recientemente nos enteramos de que el camino terminó teniendo menos de 10 metros de distancia, menos que la distancia entre yo y la primera fila", comentó la exastronauta ante los asistentes del simposio. Se esperaba el acercamiento, pero no que fuera tan próximo...
Y tras exponer la situación, Morey hizo hincapié en las consecuencias que el choque hubiera tenido: "Si los dos satélites hubieran chocado, habríamos visto generación de escombros, pequeños fragmentos que viajaban a 16.000 kilómetros por hora, esperando perforar un agujero en otra nave espacial y potencialmente poner en riesgo vidas humanas".
"Es aleccionador pensar que algo del tamaño del borrador en la punta de un lápiz podría causar tantos estragos, pero puede hacerlo. Todos estamos preocupados por esto. El tiempo realmente nos asustó".
Este suceso vuelve a poner de manifiesto los riesgos que originan los deshechos espaciales. Actualmente hay más de 10.000 satélites orbitando alrededor de la Tierra, una cifra que se ha cuadriplicado desde 2019 y que se prevé que siga creciendo exponencialmente.
De hecho, se han aprobado el lanzamiento de unos 400.000 satélites en todo el mundo para la órbita terrestre baja (solo SpaceX está preparado para lanzar otros 44.000 para su constelación de Internet Starlink). Un número que refleja la complejidad y la densidad del tráfico espacial, el cual, a este ritmo, se convertirá en un reto muy difícil de gestionar en caso de no tomar medidas inmediatas. Porque no hay que olvidar que, a los nuevos satélites en órbita, hay que sumar todos aquellos que todavía siguen ahí 'arriba' a pesar de no estar operativos.
"El problema es monumental. Ni siquiera podemos ponernos de acuerdo sobre el número de piezas de metralla que hay en órbita porque tenemos tantos modelos por ahí. El espacio está lleno. Lo hemos estado haciendo cada vez más difícil para nosotros mismos, por lo que la NASA está avanzando que se asegurará de que hagamos lo correcto", quiso dejar constancia Melroy.
Es por eso que la NASA anunció hace poco la puesta en marcha de su Estrategia de Sostenibilidad Espacial, un plan que tiene como objetico mejorar el seguimiento (mapeo), el monitoreo y la gestión tanto de los satélites como de los deshechos espaciales con el fin de mantener las órbitas lo más despejadas posibles.
Asimismo, desde la agencia espacial estadounidense también se urge a tomar medidas. Por un lado, limitar la invasión de las innecesarias redes de internet espaciales comerciales, una clara alusión a SpaceX y Elon Musk, aunque también dirigida a otras compañías y proyectos (G60 Starlink, Boeing, Jeff Bezos...). Por el otro, la imposición de sistemas de maniobra, recarga de combustible y retirada de órbita en futuros satélites.
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