Estudio científico
Este hito científico y biológico podría suponer una revolución en la investigación de enfermedades humanas.
Una quimera, "aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo" dice la RAE. Y también un "monstruo imaginario que, según la fábula, vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón". Pero como suele ocurrir en muchas ocasiones, la realidad supera a la ficción, y, en este caso, la ciencia ha traspasado los límites de la mitología clásica: ha nacido el primer mono quimérico.
Un equipo de investigación chino ha informado del nacimiento de un macaco cangrejero que, además, es una quimera. Y es que este mono se trata de un animal generado a partir de la mezcla de células embrionarias de dos individuos distintos. En este caso, ambos son de la misma especie -macacos cangrejeros o de cola larga ('Macaca fascicularis')-.
Así lo ha publicado la revista 'Cell', que se ha hecho eco de este hito científico y biológico que hasta ahora solo se había desarrollado con roedores. Un tipo de quimeras que, por primera vez, se ha conseguido en primates no humanos.
Este experimento, en el que ha participado el español Miguel Ángel Esteban - pertenece a la Academia China de las Ciencias (CAS) y a BGI Research-, permitirá la investigación de enfermedades humanas. De hecho, este tipo de primates ya suelen utilizarse en la investigación biomédica.
Tal y como apunta el autor principal del estudio, Zhen Liu, de la CAS, este logro lleva persiguiéndose desde hace años. Y es que el resultado de la investigación no solo permite esclarecer la comprensión de la pluripotencia ingenua en los primates -entre los que se incluyen los humanos-, sino que también tiene implicaciones prácticas en campos como la ingeniería genética y la conservación de especies.
"En concreto, este trabajo podría ayudarnos a generar modelos de monos más precisos para estudiar enfermedades neurológicas, así como para otros estudios de biomedicina", señala Liu. Eso sí, aún son dudosas sus posibles aplicaciones prácticas inmediatas.
En el experimento se ha utilizado un blastocito (un embrión de cinco o seis días de desarrollo tras ser fecundado), al que se le inyectan células madre de otro embrión. Estas células, que también reciben el nombre de troncales, destacan por su pluripotencia, es decir, por su capacidad de contribuir a todos los órganos de un organismo.
Una vez inyectadas en el blastocito, este se implanta en una macaca y se deja desarrollar, lo que da como resultado un mono que tiene una mezcla de las dos clases de células.
Tras empezar con 206 embriones, los científicos lograron 12 embarazos y 6 nacimientos vivos, aunque solo uno de ellos era realmente quimérico, ya que tenía en todo su cuerpo células que crecieron a partir de las células madre inyectadas. Para saber cuáles eran estas células inyectadas, los investigadores usaron proteínas que aportan una fluorescencia verde y secuenciaron genes. Así fue como pudieron averiguar que la contribución de las células madre inyectadas osciló entre el 21% y el 92%, según las pruebas hechas en 26 tipos de tejidos diferentes. Una presencia que también confirmaron en los testículos y en las células que eventualmente se convierten en espermatozoides, por lo que este mono podría trasladar ese genoma a su descendencia.