EN PALENCIA
La primera cría de bisonte europeo que ha nacido en España en los últimos diez siglos demuestra, con su aliento, la capacidad de adaptación de esta especie en peligro de extinción y sus ganas de vivir en la Cordillera Cantábrica.
El retoño nació hace unos diez días en la Reserva del Bisonte Europeo de San Cebrián de Mudá, y no se sabe todavía con total seguridad si es macho o hembra, porque en las tierras del norte de Palencia, que ahora se han convertido en su nuevo hogar, no se convive con bisontes desde el siglo XI.
El caso es que los habitantes de San Cebrián de Mudá están casi seguros de que es una hembra, a la que quieren bautizar como Cipria, y aunque de padres polacos, todos los curiosos que ya se han acercado a la reserva con la esperanza de verla la consideran de lo más española. Para la Asociación para la Conservación del Bisonte Europeo en España, el nacimiento de un nuevo miembro de la familia, hasta ahora formada por cinco hembras y dos machos, es la mejor demostración de que "su sitio puede estar aquí", ha manifestado su coordinador, Fernando Morán.
Y para los habitantes de San Cebrián de Mudá es el testimonio vivo de que un proyecto en el que llevan más de ocho años trabajando está empezando a dar sus frutos, ha recordado Jesús González Ruiz, el alcalde de este municipio palentino devorado, como otros muchos de la comarca, por el agujero de la despoblación.
La reserva del Bisonte Europeo empezó siendo un sueño en este pueblo de 170 habitantes, en invierno alguno menos, que no se resignaba a la desaparición a la que se estaban viendo abocados tras la reconversión minera.
Por eso San Cebrián de Campos hizo un pacto con el territorio y se propuso crear un completo proyecto que llamaron Parque de Ocio Mundo Miner y que está basado en la sostenibilidad. Una parte de ese proyecto es la reserva del bisonte europeo donde desde hace dos meses campan a sus anchas los nuevos moradores, descendientes de aquellos que algún antepasado nuestro pintó en las cuevas de Altamira.
Llegaron en el mes de junio tras un largo viaje de más de 4.000 kilómetros y cambiaron los bosques polacos de Bialowieza y Pszczyna por los robledales de la Montaña Palentina. En pocos días demostraron que las escobas y los matorrales eran de su gusto y además se convirtieron en verdaderas desbrozadoras que, con su apetito voraz, contribuían a prevenir los incendios.
Empezaban así a convertirse en animales muy útiles para combatir el abandono del campo, y dejaban de ser animales prehistóricos peligrosos, para aprender a convivir con su nuevo entorno de forma pacifica y casi tímida. Pero sin duda la gran noticia ha sido el nacimiento de un nuevo miembro de la manada: la hembra líder ha parido en tierras palentinas el retoño que traía en sus entrañas y que nadie, excepto ella, esperaba.
Ahora todos pastan juntos como una gran familia y recorren cada día las 20 hectáreas de terreno que el ayuntamiento de San Cebrián y todos sus habitantes les ha cedido con gusto porque se han "enamorado" de sus nuevos vecinos a los que vigilan con sumo cuidado.
Algunos, los más románticos y soñadores, dicen que han observado a otra hembra de la manada que se separa y da paseos entre el resto del grupo y el bosque, tal y como hizo en las últimas semanas la nueva madre y por eso desean con todas sus fuerzas que la naturaleza les de otra grata sorpresa.