Salud
La investigación, publicada en la revista 'The Lancet Planetary Health', señala la mala calidad del aire de la atmósfera como otro posible factor del auge de la superresistencia de diversas bacterias a los antibióticos.
El descubrimiento de más factores que influyen en la superresistencia de las bacterias a los antibióticos arroja mayores preocupaciones sobre la salud global. Un estudio reciente por la revista científica 'The Lancet' llamado 'Planetary Health' acaba de esbozar la posibilidad de que la contaminación atmosférica influya en el auge de este fenómeno, que mata a más personas que enfermedades como la malaria o el sida.
Antes se asociaba esta superresistencia con el uso excesivo e indebido de los antibióticos en la pandemia del COVID-19, con el efecto de infecciones que llevaron a la muerte a 1,27 millones de personas en 2019. No obstante, los investigadores han reconocido que estos resultados solo son una posible asociación, porque la poca información cualitativa no puede explicar con seguridad ni las causas ni los mecanismos de la correlación entre polución del aire y de las superresistencia. Pero si se consigue llegar a las pautas de calidad del aire exigidas por la OMS, en 2050 se podrían prevenir un 23% de las muertes asociadas a las superbacterias.
Según el estudio, existen una gran cantidad de elementos del entorno donde los seres humanos se pueden ver expuestos a las superbacterias, que pueden provocar infecciones que se pueden volver letales, como la neumonía o la salmonelosis. Entre esos elementos destacan los alimentos, el agua, el aire o los animales.
En el aire, se pueden encontrar unos componentes tóxicos conocidos como PM, que se pueden dividir en categorías en función de su tamaño. Las más preocupantes para la salud son aquellas particularmente finas, y ahí figura las PM2,5, que contienen diversas bacterias bacterias y genes resistentes a los antibióticos (según el estudio, unas 7.300 millones de personas están expuestas directamente a niveles medios anuales de PM2,5).
En la investigación se analizó el papel de estas partículas en cuanto a su papel como resultado de los procesos industriales, transporte por carretera y combustión doméstica de carbón y madera. A partir de esta hipótesis, los investigadores recopilaron un gran conjunto de datos a partir de los datos disponibles en 116 países entre 2000 y 2018. Ahí se analizaron en total nueve patógenos y 43 fármacos y utilizaron información adicional en otros ámbitos, como los servicios de saneamiento, la economía, la educación o el clima.
Los resultados señalaron que, en función del patógeno, a cada incremento del 1% en la contaminación atmosférica está vinculado a un aumento de la resistencia a los antibióticos entre el 0,5 y el 1,9%. Por otra parte, también se encontraron diferencias entre las regiones, donde los niveles más altosse dan en países deOriente Medio, el sur de Asia y el norte de África. En concreto, se plantea que en China y en la India se dan mayores muertes prematuras por superresistencia provocadas por cambios en el PM2,5, debido a su extensa población. En cambio, en Europa y Norteamérica los valores de PM2,5 son bajos.
En este panorama, la investigación ha concluido que si no se toma ninguna medida en el control de la contaminación atmosférica hasta 2050, la resistencia a los antibióticos aumentará hasta un 17% y las muertes provocadas por este motivo crecerán hasta un 56% a nivel global, especialmente en la zona del África Subsahariana. Sin embargo, también hay esperanza. Los científicos aseguran que si se logran reducir los niveles del PM2,5 a 5 μg/m³ (el umbral mencionado que recomienda la OMS), la resistencia global a los antibióticos podría reducirse un 16,8% y prevenir un 23,4%de las muertes en las próximos treinta años. Esto podría llevar a una doble ventaja, al poder reducir también los efectos nocivos de la mala calidad del aire.
En cualquier caso, todavía quedan aspectos por delimitar para mostrar conclusiones definitivas. En parte, se debe a que algunos países que no proporcionaron toda la información necesaria y eso puede influir en los resultados finales. Además, el mecanismo de los componentes del aire que afectan la resistencia a los antibióticos aún no está claro, y se necesita más evidencia médica para confirmar el fenómeno. Con todo, sobre lo que sí hay seguridad es que la correlación entre la contaminación del aire y la resistencia a los antibióticos es significativa.