Misión de la ESA
Solar Orbiter, la misión de la Agencia Espacial Europea (ESA) que estudiará el Sol, despegó este domingo en un cohete Atlas V desde el Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral, en Estados Unidos.
El Atlas V 411 comenzó su viaje a las 23.03 hora local de Florida (04.03 GMT del 10 de febrero) desde la plataforma 41 de la histórica base de Cabo Cañaveral. Solar Orbiter, una misión de la ESA con colaboración de la NASA, se acercará hasta solo 42 millones de kilómetros de nuestra estrella para realizar observaciones sin precedentes, en especial de sus regiones polares, lo que le permitirá estudiar e intentar predecir su comportamiento y su influencia sobre la Tierra.
La adquisición de la señal se anunciará desde el Centro Europeo de Operaciones Espaciales de Darmstadt, en Alemania, que opera la misión. A partir de ahí, la sonda irá desplegando sus seis paneles solares, cuatro antenas y un mástil, mientras sigue su travesía hacia el Sol hasta alcanzar en dos años su órbita definitiva, para lo que aprovechará la gravedad de Venus y la Tierra.
Una órbita apaisada que le permitirá ser la primera en observar los polos del Sol, una región que se considera clave para entender algunos de los comportamientos de nuestra estrella.
Además le llevará en varias ocasiones, la primera en 2022, a una distancia de 42 millones de kilómetros del Sol -algo más cerca que Mercurio-, soportando temperaturas superiores a 500 grados, de las que se defenderá con un escudo de titanio, carbono y aluminio recubierto de un nuevo material. Un escudo de color negro con varias ventanas que se abren y se cierran para que los telescopios de Solar Orbiter puedan asomarse y ver qué sucede en el Sol.
La sonda lleva diez instrumentos -con seis telescopios y 27 sensores- que tomarán datos del espacio que le rodea y de la observación directa de la estrella, para saber qué pasa y por qué, creando un panorama único del Sol, su campo magnético, la heliosfera, el viento solar o las tormentas solares que pueden perturbar la tecnología terrestre.
Datos que se almacenarán en el Centro de Operaciones Científicas (SOC) de Villanueva de la Cañada (Madrid) donde se realizará la planificación científica y la coordinación de las observaciones. Aunque desde esta primavera empezará a enviar algunos datos, la sonda estará en fase de crucero -durante la que se pondrán en servicio sus instrumentos- hasta noviembre de 2021, cuando empezará la fase científica, que se prolongará hasta 2026, aunque podría prorrogarse pues ha sido diseñada para durar al menos una década.
Solar Orbiter cuenta con una participación española de alto nivel científico, con puestos de máxima responsabilidad en dos de sus instrumentos, y la implicación de universidades, institutos astrofísicos y empresas.
Así lo han vivido tres españoles que han trabajado en esta misión
El lanzamiento de una misión espacial es "un momento singular" y en el caso de la europea Solar Orbiter, que despegó hacia al Sol, el equipo puede "estar orgulloso" de lo que ha logrado, aunque ahora es cuando "empieza la aventura".Así lo creen tres españoles que ocupan puestos de relieve en esta misión de la Agencia Espacial Europea (ESA): el jefe de proyecto César García; el astrofísico Javier Rodríguez-Pacheco, y el doctor el física José Carlos del Toro.
Los tres asistieron al despegue desde Cabo Cañaveral de Solar Parker, de la Agencia Espacial Europea con colaboración de la NASA. "La sensación es que ahora empieza la aventura", señaló a la prensa española poco antes del lanzamiento Rodríguez-Pacheco, de la Universidad de Alcalá (Madrid) e investigador principal de uno de los diez instrumentos que lleva la sonda, el Detector de Partículas Energéticas (EPD).
Tras una década de trabajo, en la que todo el equipo de ingenieros y científicos "han dado el cien por cien y el doscientos por cien", ahora comienza la época de recibir y analizar los datos lo que "va a ser el momento más emocionante", asegura.
El de Solar Orbiter es el tercer lanzamiento para César García, quien por su experiencia, una vez que la sonda está en el espacio y con la configuración necesaria, "lo que sientes es tranquilidad, incluso más que alegría o júbilo, que están incluidos en esa paz (...) lo que no quita para que nos abracemos y celebremos". Preparar una misión supone años, pero hay un momento "que es único, el del lanzamiento. En ese momento -aseguró- se concentra, en solo unos minutos, el esfuerzo y trabajo de muchísima gente durante mucho tiempo".
Pero tras el lanzamiento hay "un mañana, sobre todo para nosotros" y ahora queda "lo difícil", aseguró Del Toro del Instituto Astrofísico de Andalucía y coinvestigador principal del magnetógrafo So/Phi, otro de los aparatos de la sonda. "Nunca sabes lo que te puedes encontrar y estamos todos expectantes y preparados" a la espera de los datos que la sonda empiece a mandar. Ahora "el equipo de ingenieros deja espacio al equipo de científicos", precisó Rodríguez-Pacheco. Llevar a Solar Orbiter al espacio y ponerla en dirección al Sol, al que se acercará hasta solo 42 millones de kilómetros para conocer mejor su funcionamiento, ha costado más de una década de trabajo y Del Toro recuerda que en su inicio el proyecto era "mucho más ambicioso".