UNA IDEA DEL DISEÑADOR ROBERT DUGRENIER
Su abdomen está enroscado para que pueda caber dentro de la concha y sus patas y pinzas bloquean la entrada. A medida que el ermitaño crece, debe cambiar de casa. Para los cangrejos encontrar una concha vacía es cuestión de vida o muerte, por lo que son frecuentes las luchas entre ellos cuando hay pocas disponibles. De ahí la utilidad de este invento. La idea, según DuGrenier, es ofrecer a los cangrejos un lugar natural donde vivir sin que les cause daño alguno y donde se puedan adaptar fácilmente.