Cáncer

Beatriz Bernárdez, farmacéutica oncológica, analiza si las terapias alternativas son una ayuda o una amenaza

El uso de terapias complementarias, como productos de herbolario o vitaminas, puede interferir con la eficacia de los tratamientos oncológicos o incrementar su toxicidad. La clave está en una decisión informada y respaldada por especialistas.

Cuando a una persona le diagnostican cáncer, su vida cambia de forma drástica. Las dudas y la incertidumbre se multiplican, y junto con los tratamientos médicos tradicionales, suelen aparecer propuestas de terapias alternativas o complementarias que prometen mejorar el bienestar o incluso curar la enfermedad. Para muchos pacientes, estas opciones representan una esperanza o una forma de sentirse más proactivos frente a su situación. Sin embargo, algunas de estas prácticas, a menudo basadas en información pseudocientífica, pueden comprometer la efectividad de los tratamientos oncológicos. ¿Cómo distinguir entre lo que realmente ayuda y lo que supone un riesgo?

Un fenómeno frecuente: 30-35% de pacientes opta por terapias complementarias

Según Beatriz Bernárdez, farmacéutica oncológica del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela -CHUS-, aproximadamente entre un 30 y un 35% de los pacientes oncológicos utiliza terapias complementarias junto con los tratamientos convencionales. Estas terapias, que incluyen desde productos de herbolario hasta suplementos vitamínicos o artículos denominados "productos milagro", se buscan principalmente para reducir efectos adversos o como una ayuda para sentirse mejor.

"Los pacientes creen que estos productos son inocuos porque son naturales y, muchas veces, no informan a su farmacéutica de lo que están tomando", explica Bernárdez. No obstante, este silencio puede ser peligroso. Algunos de estos productos pueden interferir con la eficacia de los tratamientos oncológicos o incluso incrementar su toxicidad.

Antioxidantes y radioterapia: una combinación problemática

Uno de los ejemplos más claros de esta interacción es el uso de antioxidantes. Aunque estos son beneficiosos en muchas circunstancias, su ingesta en dosis elevadas durante tratamientos como la radioterapia o la quimioterapia puede contrarrestar el efecto de estos procedimientos.

"Algún tratamiento quimioterápico y la radioterapia funcionan causando daño oxidativo a las células cancerosas. Si se toman antioxidantes en dosis altas durante estos procesos, pueden impedir que el mecanismo funcione correctamente y que el tratamiento pierda efecto. Lo adecuado sería tomarlos al finalizar el tratamiento, no durante para que no cause ningún tipo de interacción", detalla Beatríz Bernárdez.

Información veraz, el arma más efectiva

Ante este panorama, los farmacéuticos oncológicos insisten en la necesidad de que los pacientes reciban información clara, veraz y basada en evidencias científicas. "La decisión es siempre del paciente, pero debe ser una decisión informada", señala la farmacéutica. Esto implica no solo informar sobre los riesgos de las terapias alternativas, sino también fomentar una comunicación honesta y bidireccional entre el paciente y su equipo médico.

Es crucial que cualquier producto o práctica que el paciente desee incorporar sea discutido previamente con los responsables de su atención médica. Esto incluye no solo oncólogos, sino especialmente farmacéuticos especializados, quienes pueden evaluar posibles interacciones y garantizar que la elección sea segura.

El peligro de la pseudociencia

Uno de los mayores problemas que rodean las terapias alternativas es la proliferación de información no contrastada, especialmente en internet. Artículos y testimonios que respaldan productos sin base científica pueden generar falsas esperanzas y llevar a los pacientes a invertir tiempo, dinero y confianza en tratamientos que no solo no funcionan, sino que también pueden ser perjudiciales.

En este sentido, los llamados "productos milagro" representan un riesgo particular. Prometen curar o mejorar múltiples dolencias, muchas veces sin una base científica sólida. "Es fundamental que los pacientes sean críticos con la información que reciben y que siempre consulten a un profesional antes de tomar cualquier decisión que pueda afectar a su tratamiento", subraya Beatríz Bernárdez, farmacéutica oncológica del SERGAS (Servicio Gallego de Salud).

Una decisión personal, pero informada

La lucha contra el cáncer es un proceso complejo que requiere el compromiso tanto del equipo médico como del propio paciente. Si bien las terapias complementarias pueden tener un papel en la mejora del bienestar, su uso debe estar respaldado por el conocimiento científico y la supervisión de farmacéuticos oncológicos.

En cualquier caso, la mejor herramienta contra la desinformación y los riesgos de tratamientos alternativos es la comunicación abierta y la búsqueda de información fiable, para que cada decisión sea consciente, segura y, sobre todo, beneficiosa para el propio paciente.

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