Incendios forestales
Todo incendio forestal tiene su origen y su magnitud depende de varios factores. La baja humedad, el cambio climático o el abandono del medio rural son varios de los factores que facilitan el inicio de un gran fuego y que, de la misma manera, determinan hasta dónde puede llegar. En base a estos elementos, los incendios forestales se clasifican en seis niveles.
¿De qué depende la magnitud de un incendio?
El investigador de ecología del fuego y cambio global de la Universidad de Granada, Alexandro Leverkus, explica que los fuegos forestales "siempre han estado presentes" y "forman parte de la dinámica natural de cada ecosistema".
Así pues, dependiendo del ecosistema en cuestión nos encontraremos ante un tipo de incendio u otro. "Mientras se mantenga ese régimen, esos ecosistemas van a ir regenerándose naturalmente", añade el investigador.
Últimamente, se están viendo fuegos cada vez más preocupantes, a diferencia de lo que pasaba hace unas décadas. Esto se debe a que han ido evolucionando en función de la aparición de nuevos factores que facilitaban ese agravamiento de las llamas.
"Los cambios de usos del suelo, las repoblaciones forestales masivas de mitad del siglo pasado, el abandono del medio rural y, actualmente, también el cambio climático", son esos factores a los que hace referencia Leverkus.
El abandono del campo en las últimas décadas está provocando que la naturaleza recupere parte del terreno perdido, aumentando el número de arbustos y, por tanto, la cantidad de material combustible. Por otro lado, el cambio climático reseca ese combustible y favorece unas condiciones climáticas muy buenas para la generación de incendios.
Estos son los seis niveles de incendios forestales
Sin embargo, estos factores no han existido siempre, así como los seis niveles de incendios. Estos se han ido clasificando a medida que han ido apareciendo esas nuevas condiciones que aumentan la magnitud de los fuegos hasta entonces vistos, ya sea a través de un nuevo factor del paisaje o del propio desarrollo del fuego, dificultando las tareas de extinción.
Estos niveles están recogidos en el informe 'La prevención de los Grandes Incendios Forestales adaptada el Incendio tipo'. El estudio, realizado en 2011, fue elaborado por el servicio de bomberos de la Generalitat de Cataluña, miembros del proyecto Fireparadox y el Instituto Forestal Europeo (EFI).
El primer nivel surgió en la década de los 50. Con el éxodo rural, los campos de cultivo fueron reconquistados por la naturaleza, repoblándolos con arbustos. Esto hizo que esos campos pasaran de cortar el fuego a ofrecer una nueva vía de propagación, naciendo así el primer nivel de grandes incendios con gran probabilidad de no ser controlados.
Poco a poco, se fue acumulando cada vez más material combustible y, del mismo modo, la importancia de las llamas, capaces ya de calcinar entre 5.000 y 10.000 hectáreas de superficie y conformando el segundo nivel de incendios. El tercer nivel llegó con la falta de gestión de los bosques. No se ayudaba a detener el avance del fuego y se duplicaron las áreas quemadas.
Los incendios forestales de cuarto nivel son aquellos que consiguen quemar las poblaciones urbano-forestales debido a la continuidad de las zonas verdes entre las construcciones. A partir de este nivel, aparecido en los 2000, el fuego se califica de "emergencia civil", y la protección de las personas se sobrepone a la urgencia de apagar las llamas. El quinto nivel ocurre cuando se dan varios incendios forestales, en estas zonas urbanizadas, de manera simultánea.
Beatriz Pérez, investigadora de la facultad de Ciencias Ambientales y Bioquímica de la Universidad de Castilla-La Mancha, explica que la mayoría de incendios que se dan en España son de cuarto o quinto nivel.
Incendios de nivel seis, "prácticamente incontenibles"
En el sexto nivel se recogen los mayores incendios de la historia. Estos son causa, en gran parte, por el cambio climático. La subida de los termómetros lleva a una mayor evaporación del agua que se encuentra en el interior de las plantas, las cuales se acaban resecando todavía más.
Cuando las altas temperaturas se juntan con una humedad muy reducida y vientos muy veloces, se llega a una situación "óptima", según Leverkus, para la propagación de las llamas, convirtiéndolas en "prácticamente incontenibles".
Estas condiciones son tan perfectas que, con las elevadísimas temperaturas derivadas del incendio, se forma un pirocúmulo encima de la columna de humo. Este fenómeno puede generar sus propias tormentas eléctricas, iniciando nuevos focos de las llamas y consiguiendo que se "propaguen a sí mismas".
Los primeros incendios forestales de este tipo son de 2016. En España, el primer incendio de sexto nivel fue el de Sierra Bermeja, en Málaga. La lluvia fue un factor clave para poder controlar el fuego.