SEGÚN UN EStUDIO
Las que más nos gustan son las que generan mayor comunicación entre las áreas del cerebro relacionadas con el sonido y las emociones. De este modo, cuando la música tiene un compás fácil de seguir, aumenta la actividad de la zona del cerebro asociada al movimiento. Mucha de la música pop tiene un ritmo que nos es familiar, además, según la investigación llevaba a cabo, nos resulta agradable que la canción se desarrolle justo de la forma en que creemos que lo hará.
Asimismo, cuando se introduce un elemento que rompe lo predecible, la canción se hace más interesante: por ejemplo cuando la melodía se detiene y Fonsi dice 'Des-pa-ci-to'. En ese momento el cerebro se da cuenta de que ha habido un parón y eso le llama la atención.
Al fin y al cabo todo se resume en que la canción sea animada, simple, repetitiva y con un ritmo pegadizo.