Medioambiente
La franja atmosférica que protege al planeta de la radiación ultravioleta se recuperará en el año 2040 en gran parte del planeta tierra. En 2066 se habría repuesto en la Antártida.
El agujero en la capa de ozono de la Tierra llegó a considerarse como un grave peligro para la humanidad. Ahora, según una evaluación realizada por la ONU se cerrará por completo en gran parte del mundo dentro de dos décadas, gracias a la acción de los gobiernos que eliminarán poco a poco las sustancias nocivas que agotan la capa de ozono.
El panel de expertos ha colaborado con la ONU y ha presentado en la reunión 103º de la Sociedad Meteorológica Estadounidense, el estudio sobre el futuro de la capa de ozono. La capa de ozono protege a la Tierra de las radicaciones ultravioletas, ya va camino de recuperar por completo. Varias industrias a lo largo de los años han generado gases dañinos, que han destruido la capa de ozono.
Según los planteamientos de los gobiernos a nivel internacional, se ha establecido como objetivo recuperar la capa de ozono. Se espera alcanzar los valores de 1980 (previo a la aparición del agujero de ozono). La mejora sería progresiva y en 2066 se recuperará al 100% en la Antártida, en 2045 en el Ártico y en 2040 en el resto del mundo.
Eliminación gradual
"Nuestro éxito en la eliminación gradual de los productos químicos que devoran la capa de ozono nos muestra lo que se puede y se debe hacer, con carácter de urgencia, para alejarse de los combustibles fósiles, reducir los gases de efecto invernadero y, por lo tanto, limitar el aumento de la temperatura", aseguró Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial.
El informe de evaluación científica que se hace cada cuatro años sobre el cumplimiento del Protocolo de Montreal (1989) sobre Sustancias que Agotan el Ozono confirma que se han eliminado casi el 99 % de las sustancias que dañan el ozono, que fueron prohibidas por este pacto internacional.
Situación preocupante
La situación ha sido alarmante desde hace años. La preocupante pérdida de ozono en la década de 1980, la capa que nos protege de la radiación ultravioleta, ha mejorado constantemente a consecuencia de la aplicación del Protocolo que ha ayudado a eliminar prácticamente gran parte de los productos químicos que agotan la capa de ozono (los CFCs y los HCFCs), como disolventes y refrigerantes en sistemas de frío, entre otros elementos.
El resultado, es que el Protocolo de Montreal ha conseguido salvaguardar la capa de ozono. El cumplimiento de este acuerdo "ha conducido a una notable recuperación de la capa de ozono en la estratosfera superior y a una disminución de la exposición humana a los dañinos rayos ultravioleta (UV) del sol", argumenta el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Aunque se han registrado oscilaciones anuales en el grado de recuperación.
Incluso las variaciones en el tamaño del agujero de ozono antártico, en particular entre 2019 y 2021, fueron el resultado en gran parte de las condiciones meteorológicas. No obstante, el agujero de ozono antártico ha mejorado gradualmente en su área y profundidad desde el año 2000.
Protocolo de Montreal
La respuesta global permite hacer frente a los CFC, lo que significa que el acuerdo de Montreal debe considerarse "el tratado ambiental más exitoso de la historia y ofrece un estímulo para que los países del mundo puedan unirse y decidir un resultado y actuar en consecuencia", explica David Fahey, un científico de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica que es el autor principal de la nueva evaluación.
El progreso no siempre ha sido constante: en 2018, los científicos detectaron un incremento en el uso de CFC, que se rastreó hasta China y finalmente se solucionó.
La tarea es compleja. Los productos sustitutivos de los CFC, son un grupo de sustancias químicas industriales conocidas como hidrofluorocarbonos (HFCs), fueron gases de efecto invernadero, por lo que implicó un nuevo acuerdo internacional.
Por primera vez, el panel de evaluación examinó los efectos potenciales sobre el ozono de la adición intencional de aerosoles a la estratosfera, conocida como SAI.