ARRASTRA UNA DEUDA DE 1500 MILLONES
El dueño de Force India en bancarrota por la mala gestión de su aerolínea
Vijay Mallya lleva una vida de excentricidades y lujo. Posee a parte de la escudería Force India, escuadras de críquet y equipos de fútbol. Se le conoce por rodearse de mujeres y dar fiestas en su mansión o su yate.
El magnate Vijay Mallya es conocido por su vida de lujo y glamour pero el fiasco en la gestión de su línea aérea ha derivado en una caída libre que amenaza su imperio y su imagen como uno de los símbolos de la pujanza de la India. Mallya tiene fama por su afición a los deportes -posee criaderos de caballos, la escudería Force India de Fórmula 1 y escuadras de cricket y fútbol- rodearse de atractivas mujeres, para dar fiestas en su mansión de Goa o en su yate de 95 metros, uno de los mayores del mundo.
Conocido en la India como el "barón del licor", el multimillonario hizo crecer su conglomerado empresarial a partir de la compañía cervecera impulsada por su padre, United Breweries (UB), a la que convirtió en la segunda licorera del globo.
"En realidad Mallya triunfó a partir de la empresa levantada por su padre y de la ventaja de estar en un mercado, el de la venta de alcohol, muy poco accesible para nuevos actores", dijo por teléfono el analista financiero Nareej Monga. Monga es vicepresidente de la consultora canadiense Veritas Investment Research, que en septiembre realizó un demoledor informe sobre la gestión del equipo de Mallya al frente de la línea aérea Kingfisher, una firma que está en situación crítica.
"Claramente, KAIR (Kingfisher) se está financiando a expensas de sus empleados y del erario indio", dice el informe, que aconseja a los inversores alejarse de Kingfisher y también de UB, la empresa madre del imperio de Mallya. Las afirmaciones de Veritas se ven reforzadas por los datos de una compañía que en medio año ha quedado relegada al último lugar entre las siete líneas aéreas indias -tras haber sido la segunda- y arrastra una deuda cercana a los 1.500 millones de dólares.
"Mallya y su equipo entraron en un mercado del que no sabían casi nada. Quisieron ofrecer glamour y una visión de grandiosa en un país en el que el precio es lo más importante", afirmó Monga. Las perspectivas actuales de Kingfisher son muy poco halagüeñas y las deudas -con sus trabajadores, con la Hacienda india y con proveedores- acucian a la compañía.
Incluso las autoridades tienen bajo su lupa las operaciones de su menguada flota y realizan un informe diario del estado de seguridad de la veintena de aviones de la aerolínea, el director de Aviación Civil, Bharat Bhushan. El magnate, de 55 años, tiene depositadas sus esperanzas en una improbable ayuda gubernamental en forma de subvenciones o de reforma legal para permitir la entrada de inversores extranjeros en el sector de la aviación comercial.
Su condición de senador electo le da acceso a las altas esferas políticas y es habitual verlo moverse con familiaridad por los pasillos del Parlamento, pero eso no le ha bastado para conseguir un apoyo oficial que cada vez parece más lejano. Mallya entró en el negocio de la aviación en 2005 y quiso aportar su visión ambiciosa y hasta cierto punto extravagante de la vida y de la empresa, por lo que el eslogan escogido para su compañía fue, significativamente, "El rey de los buenos tiempos".
Para reforzar su imagen personal de marca el magnate dio a su línea aérea el mismo nombre que a su firma de cerveza, que es la que permite mantener en pie su imperio comercial y su fortuna, estimada en más de 1.000 millones de dólares según la revista Forbes.
Esa desahogada posición ha permitido al magnate llevar una vida excéntrica y con operaciones tan ostentosas como adquirir por casi dos millones de dólares una colección de efectos personales de "Mahatma" Gandhi. El semanario indio The Week recordaba el mes pasado cómo el dueño de UB compró para una de sus firmas de licor tres botellas de whisky abandonadas en la Antártida por el explorador estadounidense Ernest Shackleton en 1908, y luego las llevó a Glasgow en su avión privado.
Comparado a menudo con el británico Richard Branson -también propietario de líneas aéreas y de un equipo de Fórmula 1-, el perfil mediático de Mallya se aleja del de otros grandes magnates indios, que suelen rehuir los focos y la atención pública. "Sus problemas en Kingfisher pueden tener un efecto negativo en el resto de sus negocios.
Su imagen se resiente porque dirige una empresa que no paga impuestos (por su endeudamiento), debe salarios y no paga a proveedores", vaticinó Monga. Mallya afirma que seguirá luchando por su maltrecha aerolínea y, según dijo a The Week, asume sus actuales problemas con serenidad: "Al final, todo el mundo acaba teniendo retos ya sean personales o profesionales. Solo tienes que enfrentarte a ellos".