Pues va a ser que Hungría 2013 es la excepción que confirma la regla. Una regla que hablaba del aburrimiento sobre Hungaroring, de la poca emoción y de la escasez de acontecimientos que sucedían en el vuelta a vuelta en pista. Porque Hungría 2013 ha sido una carrera intensa que al final ha terminado cayendo de Lewis Hamilton formando en el podio con Raikkonen y con Vettel, y con Alonso pasando por meta en quinto lugar.
Fue esta una carrera complicada. Una carrera de manuales. De estrategias. Una carrera en las que nada se podía predecir ni en un principio ni tampoco durante el transcurso de la misma. Una de esas en las que todo puede pasar, en las que se pasa de rodar segundo a quinto, o de verte en problemas a ver por fin el aire limpio. Y todo eso bajo un calor de justicia que ponía a prueba a pilotos, a estrategas y a máquinas por igual.
De las que se ganan o se pierden por detalles. De las que se llega al podio o se sale de él por una buena o por una mala decisión. Era decisión de Alonso atacar. Atacar desde el comienzo. Y atacar fue lo que hizo. Pero lo hizo sin el éxito esperado, porque la idea de adelantar a Vettel no fue posible y desde ahí se vio a un asturiano algo incómodo en el F138. Se vio a un asturiano que no podía seguir ni a Lotus, ni a Red Bull ni a Mercedes y más preocupado por la defensa.
Al Ferrari le falta ritmo
Una defensa que sí, que dio resultado. Ni Webber ni Grosjean pudieron adelantarle en pista. Pero él tampoco pudo hacerlo en una de las pocas opciones que tuvo cuando Vettel se hallaba en problemas y cuando tanto su Ferrari como el Lotus de Romain acechaban al germano. Quizá por no poder, quizá por el coche... pero lo que no es probable sino real es que su ex compañero en Renault acabó por detrás por un 'drive through'.
Cierto es que adelantar en Hungaroring es tarea complicada. Complicada y arriesgada, tal y como dejaron caer tanto Vettel y Grosjean con el propio Button. Pero no dio la sensación el Ferrari de tener ritmo, de tener un ritmo como el que tenían otros monoplazas y la carrera, el carrerón que hizo un Fernando sin la opción de beber agua en el coche con el calor que hacía, sólo se pudo traducir en una quinta plaza.
Quinta plaza. Justo la posición de salida a pesar de haberse quitado de en medio a Grosjean y a Rosberg. Y llegó como salió porque Raikkonen y Webber jugaron a algo distinto. Jugaron a una estrategia diferente y esa jugada de estrategia les valió para ser claros candidatos a ocupar una de las tres plazas del cajón e incluso por momentos, y por hacer menos paradas que otros, poder levantar el trofeo húngaro.
Hamilton, impecable
No fue posible la victoria. Ni para uno ni para otro. Y el podio sólo fue posible para Raikkonen, porque Webber no alcanzó a un Vettel que temía la llegada de su 'compañero' de Red Bull en las vueltas finales. Pero ni Kimi, ni Mark ni tampoco Sebastian pudieron pasar a Hamilton. A un Hamilton heroíco. A un Hamilton que rompió la idea de la alta degradación del Mercedes y que se hizo con el primer triunfo con la escudería alemana.
Triunfo merecido. Triunfo en el que sus neumáticos sí respetaron a su veloz coche, a su veloz monoplaza. Al mejor monoplaza en tanda corta y al que quiere ser el mejor también en tanda larga. Están en ello, de camino. Porque este triunfo, un triunfo con el que quizá ni tan siquiera ellos contaban, a buen seguro les llenará de moral para afrontar la segunda parte del campeonato con la idea de ser el verdadero rival de Red Bull.
Eso será luego. Será con la celebración del GP de Bélgica sobre el mítico circuito de Spa. Será ahí cuando se vea si Ferrari reacciona, si Ferrari puede construir, tras un lustro, un monoplaza que pueda pelear por el Mundial. Pero eso será en Bélgica, será a finales de agosto. Ahora toca descansar, desconectar y que la F1 se vaya de vacaciones veraniegas para recargar pilas a la hora de afrontar la recta final de 2013.