Ni con la bola de cristal más fiable del mundo se podría haber adivinado lo que ha sucedido durante el GP de Gran Bretaña. Porque si dicen antes del apagado del semáforo que va a pasar todo lo que ha terminado por pasar en Silverstone pocos se lo habrían creído. Nico Rosberg se ha hecho con la victoria en una carrera con dos 'safety car', cuatro estallidos de neumáticos, con un abandono de Vettel y con un Alonso en el podio.
Pero así ha sido. Así ha pasado. Y es que esto es Fórmula 1. Esto es la máxima competición del motor del mundo. Y aquí todo es posible. Y cuanto más difícil parece que es más cómo parece que se siente el asturiano de Ferrari. Un Ferrari que no ha tenido ni mucho menos su mejor fin de semana, que no ha tenido ritmo ni en los Libres ni en clasificación, pero un Ferrari que en manos del asturiano ha terminado tercero.
Un podio ganado. Un podio muy complicado. Por muchos motivos. El primero porque Alonso salía noveno, y el segundo por lo inmediatamente posterior: la salida no fue brillante. Pero sobre todo el principal grado de complicación ha sido la total y absoluta incertidumbre que se ha vivido en pista por los Pirelli. Sí, por los Pirelli. Unos Pirelli que han sido, sin quererlo, los absolutos protagonistas de la carrera.
Cuatro estallidos de neumáticos
Porque los neumáticos han provocado no uno, ni dos, ni tres estallidos de las gomas. Han provocado, por un motivo u otro, un total de cuatro 'explosiones' en cuatro coches de cuatro escuderías diferentes. Hamilton, Massa, Vergne y Pérez han sufrido los efectos, o defectos, de los Pirelli con dispar suerte para todos con Lewis y Felipe luciéndose al final de carrera y con el de Toro Rosso y 'Checo' abandonando.
No le tocó a Fernando, aunque podía haber sido así debido a la incertidumbre que se vivía en Silverstone. Un Fernando que, eso sí, a punto estuvo de sufrir las consecuencias del pinchazo del azteca del McLaren. Y es que todo le salió bien al asturiano en las vueltas finales sobre Gran Bretaña, en las vueltas en las que, después de seis giros de infarto en los que adelantó a todos y se defendió de Hamilton, se alzó con el bronce británico.
Vettel, fuera de carrera
Un bronce que sabe a oro. Que sabe mucho, muchísimo a oro. Porque el primer puesto fue para Rosberg. Porque el segundo fue para Webber. Porque Sebastian Vettel, el gran rival de Fernando de cara al Mundial, de cara a su tercer Mundial, terminó abandonando debido a un problema mecánico en su Red Bull que le dejó sin caja de cambios a falta de diez vueltas para el final de carrera.
Carrera que cayó en manos de un Rosberg que cocinó su victoria a fuego lento. En un fuego controlado, preciso y capaz de mantener a raya el cada vez menor desgaste de sus neumáticos. El alemán, con su Mercedes, fue quien puso en apuros a Vettel, quien hizo que no pudiera pisar el freno. El responsable de que no se escapara y de que, finalmente, su RB9 fallara para que la victoria fuera para sus flecha plateada por delante de Webber.
Bandera a cuadros por tanto para el Gran Premio de Gran Bretaña 2013, para una prueba de Silverstone difícil de olvidar por todo lo que ha pasado en cada una de sus 52 vueltas. Una carrera que, quién lo iba a decir tras la clasificación, ha sido positiva para Alonso y negativa para un Vettel que ve al asturiano a 21 puntos en la clasificación Mundial.