FERIA DE BILBAO | 26 DE AGOSTO
Oreja in extremis para Manzanares en una tarde decepcionante
El diestro alicantino José María Manzanares le cortó al sexto toro de la corrida de hoy en Bilbao una oreja que vino a redimir, aunque sólo en parte, el decepcionante resultado de uno de los festejos estrella de estas Corridas Generales.
Por primera vez en lo que va de abono se llenaron los tendidos de la monumental de Bilbao, al reclamo de uno de los carteles estrella de estas Corridas Generales, con la expectación añadida que genera siempre la presencia de las primeras figuras.
Pero haciendo bueno una vez más el agorero aforismo que asegura que las corridas de expectación terminan siéndolo también de decepción, la tarde se fue perdiendo por el despeñadero de la falta de casta y de fuerzas de los cuatro toros de Juan Pedro Domecq que salieron en los puestos centrales de la suelta.
Fue bueno y noble, en cambio, el que abrió la tarde, un ejemplar astifino que embistió con suavidad desde su salida al ruedo, sin mucho brío pero con buen temple.
Enrique Ponce se acopló con él de mitad de faena en adelante, cuando se acompasó y le exigió menos esfuerzo, en una faena de mejor estética que intensidad pero que el mismo torero devaluó fallando varias veces con los aceros.
Para que volviera a verse algo lucido sobre la arena hubo que esperar, por tanto, hasta la salida del sexto, un toro colorado que flojeó en los primeros compases pero que se vino arriba en banderillas y le regaló a Manzanares una veintena larga de embestidas para poder resarcir al defraudado público.
Sembrado de largas pausas y paseos, el trasteo del alicantino se acogió por ello con desmedido entusiasmo, obviando los altibajos de calidad y ajuste que tuvieron en sí mismas cada una de las series de muletazos, mayoritariamente con la mano derecha.
Un crescendo de intensidad final, en el que brilló por sí sólo un hondo cambio de mano ligado al de pecho, fue la parte más rotunda de la obra, antes de que la contundente estocada de Manzanares se cantara en la grada como un gol en San Mamés.
Pero entre medias de esas dos únicas faenas con contenido, salieron al ruedo bilbaíno cuatro toros vacíos de casi todo, como el inválido que sorteó Ponce en segundo lugar y que provocó fuertes protestas, o el primero de Manzanares, que se empleó muy poco tras una tela que le dio órdenes inconcretas.
Por su parte, Morante de la Puebla se las tuvo que ver con el dúo de toros de menores prestaciones del sexteto, ya que su primero se reservó y se negó a embestir después de voltear al banderillero El Lili y el quinto, de un aparatoso volumen, no hizo más que responder a cabezazos a cada cite.
Después de probar y demostrar su falta de casta, no perdió el tiempo el sevillano con ninguno de los dos, lo que no gustó a un público que esperaba más de él y que aún llegó a exasperarse por la palpable desconfianza con que Morante entró a matar a ambos ejemplares.
Pero, aun así, la forma tan clásica en que el torero de la Puebla aguantó y asumió la gran bronca final, atravesando pausadamente la arena hasta abandonar el coso, fue quizá uno de los detalles de más torería de esta decepcionante tarde.
Ficha del festejo
Seis toros de Jandilla, bien presentados, aunque muy desiguales de volúmenes y hechuras, con una mayoría de ejemplares de juego muy deslucido por falta de raza y de fuerzas, a excepción de primero y sexto, nobles y con cierta calidad.
Enrique Ponce: dos pinchazos, media estocada baja y dos descabellos (ovación tras aviso); pinchazo y estocada baja (silencio).
Morante de la Puebla: cuatro pinchazos y descabello (pitos); tres pinchazos, media estocada y descabellos (pitos).
José María Manzanares: pinchazo y estocada corta (silencio); estocada delantera (oreja).
Entre las cuadrillas, Curro Javier y Luis Blázquez saludaron tras banderillear al tercero. Quinto festejo de abono de las Corridas Generales, con los tendidos casi llenos.