Con la salud no se juega
Con la salud no se juega
Si sois padres o madres lo recordaréis como el primer mal trago de vuestro hijo. El antes, el durante y el después de aquel pinchazo. Las primeras vacunas son las que más duelen. Llevas engañado a tu hijo al centro de salud, una vez dentro le agarras bien para que no se mueva, y a partir de ahí, cierras los ojos y deseas que pase pronto: uno, dos e incluso tres pinchazos seguidos. Después, un llanto desgarrador inmediato, que además suena a ‘mamá, me has traicionado’ o a ‘papá, por qué me has hecho esto’
Si sois padres o madres lo recordaréis como el primer mal trago de vuestro hijo. El antes, el durante y el después de aquel pinchazo. Las primeras vacunas son las que más duelen. Llevas engañado a tu hijo al centro de salud, una vez dentro le agarras bien para que no se mueva, y a partir de ahí, cierras los ojos y deseas que pase pronto: uno, dos e incluso tres pinchazos seguidos. Después, un llanto desgarrador inmediato, que además suena a ‘mamá, me has traicionado’ o a ‘papá, por qué me has hecho esto’